Año nuevo, cuaderno nuevo, vida nueva




Me compré este nuevo cuaderno virtual y le puse mi nombre por todos lados.

Nada que ver con mis cuadernos anteriores.
Nada de títulos grandilocuentes y evasivos del estilo "Días de Proserpina" o "Memorias del inframundo".
Nada de falsa modestia como "Fondo de cajón" o "Desaprendiendo".
Nada de proyecto inmenso de blogonovela llena de fotos y videos adicionales para lectura interactiva (fue una re buena idea, esa, ¿eh? y hace como diez años, che, qué uraniana).
Pero no nos dispersemos:
Nada de tejido ni de emprendimiento ni de lanas ni de muñecos ni cosmos ni universo.

Mi nombre.
O al menos el nombre que me puse cuando decidí que iba a escribir novelas y que algún día las iba a publicar.

Bien. 

En eso estamos y se me ocurre que no puede ser que no tenga un blog, cuando tuve blog desde que existe el D.O.S. más o menos. ¿Cómo es posible?

Antes era el equivalente a una youtuber pero en blogger y ahora confieso que perdí la práctica de escribir para el ciberpúblico. 

Pero ahora escribo novelas y las termino, cosa que antes no sucedía. 

Igual siempre vuelven las ganitas de escribir hablándole a la nada sobre nada o sobre todo lo que se va vivenciando, y clickear en "Publicar". Creo que es un placer deleitoso que mantengo en secreto y que quizá por mentalidad de escasez ejecuto muy de vez en cuando, como para que no se gaste.

Así que me propongo en este inicio de 2020 usar otras mentalidades, gastar el botón de Publicar (como esas ratas que se dan placer hasta morirse apretando un botón), escribir más sobre nada y sobre todo y volver a ser esa blogger que un día se calló la boca y no contó más nada. 

No sé. Se me ocurre que sólo con esa mini e improvisada lista de intenciones voy a tener un 2020 digno de contar.


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